2) ¿CRISIS POLÍTICA O DE REPRESENTACIÓN?

En realidad, ¿nos sentimos representados? ¿Esta forma de democracia es la que puede servirnos como sistema de convivencia o será que ya nos está haciendo falta crear e idear un nuevo sistema, o, como mínimo, reformular la democracia?

Consideramos que hay democracia cuando se garantiza el bienestar de la gente, con trabajo, salud y educación. El voto y la libertad de opinión son secundarios [4], pero no desechables.

En la obra “Encuesta de cultura constitucional. Argentina: Una sociedad Anómica” [5], se señala más claramente de lo que yo pudiese hacerlo, lo siguiente:

En resumen, un orden social e institucional donde la ley no se cumple, no es respetada por los ciudadanos ni por los dirigentes, y donde el Estado no impone ni garantiza su cumplimiento, es la visión que la mayoría de los argentinos tenemos de nuestra propia sociedad. Esa percepción se extiende al ámbito de la Constitución nacional y se correlaciona con la baja confianza en las instituciones del Estado. Es el cuadro de una sociedad anómica”.

La encuesta pone de manifiesto otro dato preocupante, cual es la alta desconfianza y la falta de credibilidad que afecta a las instituciones, sobre todo al Congreso y a los partidos políticos.

Particularmente grave es el alto nivel de desconfianza que aqueja a la justicia, el cual va en aumento a medida que pasamos de los jueces inferiores a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El Poder Judicial es una piedra fundamental en todo sistema republicano. Sin embargo, dos décadas después del inicio de la democracia, las largas demoras de la justicia, las dificultades para el acceso a la misma, el deterioro de su infraestructura, su falta de independencia y las sospechas de corrupción que pesan sobre algunos de sus miembros, han traído un aumento de la desconfianza ciudadana en este poder, a la vez que una fuerte sensación de impunidad.


Encontramos un aceptable nivel de conocimiento sobre el funcionamiento institucional, si bien se advierte cierto grado de confusión, particularmente en lo que se refiere a las funciones del Congreso y a las del presidente de la nación en perjuicio del primero y en beneficio del segundo. Ello es un reflejo del hiperpresidencialismo argentino, que ha violentado de manera sistemática el equilibrio de poderes previsto en la Constitución nacional aun durante estas dos décadas de gobiernos democráticos.


Uno de los activos más importantes logrados en los últimos 22 años de vida democrática en la Argentina es que los argentinos valoran y apoyan la democracia. Los datos de la encuesta no dejan duda al respecto, siendo consistentes con muchos otros estudios. A la vez, prevalecen altos niveles de insatisfacción en relación con el funcionamiento de la democracia. A nivel comparado latinoamericano, y según datos del Latinobarómetro 2004, Argentina tiene uno de los niveles más altos de apoyo a la democracia (72%), pero, al mismo tiempo, un nivel bajo de satisfacción con su desempeño. Hay un considerable porcentaje de “demócratas insatisfechos” (34%), pero eso no quiere decir que haya una mayoría a favor de gobiernos militares o de otro tipo de sistemas no democráticos.


Lamentablemente, este apoyo a la democracia no se ha visto acompañado de un desarrollo similar en relación con la vigencia de un régimen republicano y del Estado de derecho. Por el contrario, lejos de haber ido consolidándose progresivamente un régimen republicano democrático, hemos caminado en sentido inverso. Sus atributos principales – el control ciudadano del poder del Estado, el equilibrio de poderes, la transparencia y la publicidad de la cosa pública- siguen débiles o ausentes”.

Notas

[1]Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de México, Asociación Argentina de Derecho Constitucional, IDEA Internacional, México, 2005.


[2] Nino, Carlos Santiago, “Un país al margen de la ley. Estudio de la anomia como componente del subdesarrollo argentino”, Buenos Aires, Emecé, 1992.


[3] Encuesta de cultura constitucional. Argentina: Una sociedad Anómica, ob. cit. en ref. 1.


[4] “Aportes para el desarrollo humano de la Argentina”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 2002.


[5] Ob. cita. en ref. 1.

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