¿TENGO ESPERANZA O DISPONGO MI REALIDAD?

Si damos por cierto que la esperanza humana es entendida como la confianza en que ocurrirán hechos en el futuro por los cuales ese futuro esperable, soñado o imaginado, se hará realidad, tenemos entonces que la esperanza no es dinámica, sino estática pues espera la ocurrencia de hechos, no los genera.

Tener esperanza es “esperar” que ocurran las cosas. Claro que esa espera se hará con confianza, es decir: seguros de que ocurrirán, pero aún así nos mantendremos “en espera”. Durante el tiempo que tengamos esperanza estaremos ilusionados, expectantes y motivados para seguir con vida y sólo nos quedará ver el momento en que se hacen realidad aquellos hechos que confiamos se consumarán.

Pero ¿quién se encarga de hacer realidad la ocurrencia de esos hechos que estamos confiados ocurrirán?

Si lo analizamos desde la fe, cualquiera sea ésta, tendremos certeza respecto a que aquella esencia de nuestra fe se encargará de desarrollar eventos destinados a la ocurrencia de los hechos que confiamos ocurrirán. Entonces nosotros sólo deberíamos dejarnos llevar por la fe ya que ésta se encargará de que nuestros actos sean parte de los eventos por los cuales la realidad imaginada, soñada o pretendida, finalmente ocurrirá.

Pero si no tenemos fe o el análisis lo hacemos desde una posición no teológica o no religiosa, ¿quién impulsará los acontecimientos para que ocurran los hechos generadores del futuro deseado?

En el primer supuesto, desde la fe, los hechos ocurren porque yo hago que ocurran y lo hago porque la fe me empuja en razón de que presupongo que van a ocurrir. Así entonces concluimos que no puede haber esperanza sin fe y que la fe no existe sin la presencia de la esperanza. Se retroalimentan.

En el segundo supuesto, por fuera de la fe, ¿dónde encuentro el impulso para hacer lo que permitiría que ocurran los hechos que espero ocurran? He aquí la necesidad de la presencia de la determinación personal. Si yo no estoy determinado a hacer algo es seguro que no ocurrirá hecho alguno que modifique mi realidad y, entonces, los hechos que espero ocurran seguramente no ocurrirán. Esto me llevará a concluir que no debo esperar que ocurra ninguno de los hechos que imagino, sueño o pretendo que ocurran, por lo cual sólo me mantendría a la espera de encontrar la determinación o el impulso inicial que cambien la inmovilidad en la que mi falta de determinación o impulso me mantiene. Se retroalimentan.

Vemos en el análisis previo que tanto el que tiene fe como el que no, no poseen por sí mismos determinación o impulso.

En el primer caso, la determinación o el impulso provienen de la fe, sin la cual no se harían presente, por ende no son inmanentes al hombre sino que se manifiestan en tanto tenga fe. Perdida ésta se queda sin determinación o impulso pues sólo ella los motoriza.

El hombre del segundo supuesto, el que no tiene fe, tampoco encuentra de manera ingénita la determinación o el impulso que lo haga hacer algo, ya que está predispuesto emocionalmente a no esperar que ocurran hechos a partir de sus propios actos que modifiquen su realidad en función a sus sueños, ideas o imaginación, los que considera sólo eso mismo, es decir: sueños, ideas o imaginación. Este hombre expresa y justifica en su personalidad a la utopía. Todo aquello que sueñe, piense o imagine lo considerará utópico o de imposible ocurrencia. No habrá presencia en él de la esperanza como elemento de vida sino que sólo estará presente en su yo en tanto espera que ocurran hechos que interpreta como utópicos.

Entonces: ¿es buena la esperanza?

Creo que no es mala en sí misma, pero también creo que es un concepto impuesto para evitar al conjunto a forjarse su propio futuro soñado, imaginado o esperado. En tanto tengamos esperanza, esperaremos.

Si la fe permanece en el hombre éste permanece con esperanza, aún cuando aquello que cree va a ocurrir no ocurra. Si la fe no está presente en ese hombre éste tiene esperanza en tanto y en cuanto imagine utopías. En ambos casos el hombre espera una acción de algo extrínseco para mantenerse con esperanza, ya sea de aquello en lo que tiene fe como de algo utópico.

Comentarios

Entradas populares de este blog

4) ¿CRISIS DE IDENTIDAD U ORIGEN?

3) ¿CRISIS ECONÓMICA?

2) ¿CRISIS POLÍTICA O DE REPRESENTACIÓN?